Ser cirujano es más que una profesión: es un camino de entrega, de compromiso y de profunda pasión por aliviar el dolor humano.
Pero ser un cirujano dedicado a la cirugía de pared abdominal y hernias es, además, un acto de vocación pura. Es amar lo que hacemos incluso cuando las circunstancias no siempre están a nuestro favor.
Los cirujanos de pared abdominal de Latinoamérica somos quienes enfrentamos aquellos casos olvidados, “del baúl de los recuerdos”, que llevan años en listas de espera y llegan con complicaciones cada vez mayores y en escenarios clínicos cada vez más complejos. A ello se suma un entorno marcado por la escasez de insumos y equipamiento. Estamos acostumbrados a administrar pobreza: cuando no contamos con los insumos ideales o más recomendados, buscamos alternativas, nos adaptamos y encontramos la manera de ofrecer un resultado seguro y exitoso para nuestros pacientes. Y casi siempre lo logramos.
Somos también quienes estamos presentes en cada curso, diplomado o congreso, buscando mantenernos al día y capacitándonos constantemente para entregar lo mejor de nosotros a cada paciente y rescatarlo, justamente, de aquel baúl del olvido.
Sin embargo, hay cosas que deben cambiar. Ya no podemos seguir administrando pobreza. Nuestros pacientes y nuestras cirugías valen tanto como cualquier otra. No es aceptable que debamos cuestionarnos por costos al intentar utilizar la malla o el insumo más adecuado para cada caso. No es lógico que el sistema —y a veces nosotros mismos— nos sorprendamos por solicitar un insumo de 1.000 dólares para un paciente con un abdomen catastrófico, cuando ese insumo puede ser determinante para sacarlo de la situación más crítica, mientras otras especialidades utilizan insumos de 2.000 o 3.000 dólares que incluso, en ocasiones, deben desecharse por malos resultados.
Debemos creer en el valor de nuestro trabajo y defenderlo. Debemos solicitar a nuestras jefaturas, con insistencia y fundamentos, lo que nuestros pacientes necesitan, porque es justo y necesario.
La forma de respaldar esta demanda es generar nuestras propias Guías Latinoamericanas de Buenas Prácticas Clínicas, que reflejen nuestra idiosincrasia, nuestro equipamiento disponible, nuestra realidad social y económica, e incluso nuestras particularidades anatómicas. Es imprescindible aterrizar nuestras realidades y, desde allí, aspirar a mejorar. Necesitamos un diagnóstico honesto y recomendaciones basadas en la mejor evidencia posible para exigir la optimización de los recursos en cada uno de nuestros centros.
Como el nuevo directorio de la FELH, nos comprometemos a gestionar los recursos y el trabajo necesarios para concretar las tan anheladas Guías o el Consenso Latinoamericano de Pared Abdominal y Hernias.
Asimismo, debemos potenciar la educación médica continua y fomentar la publicación científica. Los cirujanos latinoamericanos de pared abdominal hacemos mucho, pero publicamos poco; es hora de que nuestras experiencias, nuestras soluciones creativas, nuestros avances y nuestras luchas queden registradas para inspirar a otros. Este será un pilar fundamental de nuestra gestión.
Este directorio de la FELH trabajará intensamente para fortalecer y actualizar la educación médica continua.
La FELH organizará y promoverá asistencia presencial mediante operativos quirúrgicos, con el fin de apoyar la formación y elevar la calidad de la cirugía en conjunto con las sociedades pertenecientes a nuestra Federación que lo requieran.
Hoy tenemos muchos desafíos, pero también una fuerza enorme que nos une: el deseo profundo de mejorar la vida de nuestros pacientes y la convicción de que Latinoamérica merece una cirugía de pared abdominal digna, moderna y a la altura de nuestro talento.
Caminemos juntos este camino. Transformemos juntos nuestra realidad. Porque lo que hacemos importa. Y nuestros pacientes lo valen.
